El nuevo ecosistema del periodismo

Cuando comencé a trabajar de becario en el diario “Alerta” de Santander, hacia 1970,  aún me tocó dictar alguna nota directamente al linotipista de composición en plomo. Me fascinaba ver la máquina trabajando. Desde entonces hemos sufrido alguna que otra reconversión tecnológica, casi siempre para empeorar nuestras condiciones laborales. Pero la reestructuración que ahora está en marcha en esta industria va a dejar en pañales todo lo pasado. Y sigo fascinado en este caso por la pantalla: del móvil, de mi tableta o del ordenador. Me considero muy afortunado por poder contemplar en primera línea de fuego la movida, el giro copernicano de mi profesión.

Y eso que la profesión está literalmente tirada en el barro. Ahora hay en España unos 6.500 periodistas en las colas del paro. Y pronto serán más de 10.000 al añadirle los masoquistas que se gradúan cada año en las distintas facultades de comunicación, según el último Informe Anual de la Profesión Periodística que edita la Asociación de la Prensa de Madrid. A eso hay que añadir que el “kilo” de periodista está ya, más o menos, como el kilo de patatas pagado al productor. Y las empresas siguen canjeando profesionales senior por becarios-galeote bastante menos que mileuristas. O sea, los editores se siguen abriendo las venas, pues sólo el periodismo de calidad tiene posibilidades de sobrevivir en la sociedad digital.

Cuando empecé en la profesión, la ordenanza laboral del sector establecía un máximo de seis horas de jornada laboral. En mi vida profesional he hecho bastantes veces jornadas de 16 horas, pero siempre en los últimos 20 años. Al principio, un periodista solía cobrar de sueldo el promedio de un técnico superior y a muchos profesionales no se les veía casi nunca por la redacción. Fuimos en cierta forma unos privilegiados, a cambio del carnet de prensa perfectamente controlado y la censura del Ministerio de Información. Ahora, el abanico salarial se ha abierto más allá de cualquier límite. Conozco periodistas que ganan más de un millón de euros al año y muchísimos más que no llegan a los 10.000 euros. El cambio tecnológico nos da un potencial de vuelo inimaginable, pero como a Icaro, ha dado con los huesos de miles en tierra.

En la segunda mitad de este mes de noviembre se sobrepasará la cifra de 250 millones de sites en la Web, según Netcraft. Y los tres billones de páginas indexadas, según worlwidewebsize.com. Hay 681 millones de páginas en español indexadas por Google, cifra sólo aventajada por el inglés y el chino. Uno de cada cinco seres humanos se conecta regularmente a Internet. (Lo siento, pero aquí vamos a hablar de economía, les vamos a abrumar a datos). En el 2030, Internet podría significar el 30% del PIB mundial, más que cualquier otro sector. Porque la Red no es un sector, ni un medio, es el ecosistema. Incluso aunque gurús como Chris Anderson anuncien en la revista “Wired” que Internet va a tener que mutar también para sobrevivir, porque los móviles inteligentes y las tabletas la van a desnaturalizar.

Otra Casandra de Internet, Clifford  Stoll, se desgañita denunciando que la Red “es un inmenso océano de información no editada”. O sea, farragoso, repetitivo, caótico, confuso, falso. El gran negocio de la sociedad digital será poner orden, siquiera sea muy parcialmente. Y a pesar de Google, está casi todo por hacer. Una ocasión para los periodistas bien formados y emprendedores. Si todo esplendor lleva en sí el germen de la decadencia, toda crisis contiene oportunidades directamente proporcionales a su profundidad.

¿Crisis? Más bien es una debacle. Según un estudio de la Universidad de Harvard, los ingresos por publicidad de los periódicos de EEUU se han desplomado, desde 50.000 millones de dólares en el año 2000, hasta los 24.000 millones el año pasado. Y sigue en caída libre. ¿Qué industria puede soportar tal hundimiento sin cambios radicales? Las caídas se suceden a marchas forzadas. Hace muy poco, la prestigiosa revista “Newsweek”, con 1,05 millones de suscriptores, se vendió por un dólar. Poco tiempo después, la tercera revista de EEUU, “US News & World Report” tiraba la toalla y abandonaba su edición impresa. Antes lo había hecho “The Seattle Post-Intelligencer” y, en el pasado agosto, el gran diario brasileño “Jornal do Brasil”. Ni siquiera el admirado “New York Times” descarta convertirse en un medio exclusivamente digital, según su presidente, Arthur Sulzberger.

El “NYT” apuesta por el periodismo de alta calidad, lo que es muy encomiable en esta dura época, pero pierde dinero a chorro, como “The Washington Post”, con sus 745 periodistas en plantilla, con sueldos más que dignos. El problema es que las redacciones masivas son como las fábricas con chimeneas de la primera mitad del siglo XX, cosa del pasado. ¿Puede el “Financial Times” mantener 100 corresponsales en el extranjero? Hace bastantes años entrevisté al presidente de una gran empresa de electrónica. Afirmó con una rotundidad que entonces me llamó la atención, que una empresa moderna debe dedicarse a I+D+I, Marketing y coordinar a los proveedores externos. Todo externalizado menos el verdadero “core” del negocio. Ahora les toca a los medios de comunicación. Las TV ya lo han hecho, al menos parcialmente: productoras externas manufacturan la mayor parte de los contenidos. ¿Cuándo van a empezar a hacerlo las arruinadas empresas de los diarios tradicionales? Convertir costes fijos en costes variables, mucho más ajustados y flexibles, es un paso obligado. Las empresas que ofrezcan estos servicios con alta calidad y costes embridados, serán las triunfadoras en la sociedad digital.

El futurólogo Ross Dawson ha creado un mapa mundial con las previsiones sobre el año en el que los diarios impresos se volverán irrelevantes o inexistentes
Mapa mundialde cuando el periodismo escrito será irrelevante. Ross Dawson.

El futurólogo Ross Dawson ha creado un mapa mundial con las previsiones sobre el año en el que los diarios impresos se volverán irrelevantes o inexistentes: primero en EEUU, hacia el 2017. Le siguen el Reino Unido, Canadá y Noruega en 2020. En algunos países sobrevivirán hasta el 2040. Para España da la fecha fatídica de 2024.

En España, las editoras de los diarios están amenazadas de quiebra. “ABC” lleva 51,2 millones de euros perdidos desde el 2008, contando con la previsión para este ejercicio, lo que puede arrastrar a su matriz Vocento, que registra pérdidas de 12,2 millones de euros en los primeros nueve meses. En el gratuito “20 Minutos” deben de estar contentos, pues sólo han perdido 1,1 millones en los primeros nueve meses, frente a los 4,3 millones de retroceso registrados en la misma fecha del año pasado. “El País” es el único que mantiene beneficios hasta septiembre, pero ingresando 80 millones menos. En otra entrega de este blog analizaremos en muy interesante caso del primer grupo de medios en español. Muchos grandes medios españoles son “zombis” y eso es muy malo para todos, no solo para los periodistas.

Leo en el último número de “Columbia Journalism Review” que la Escuela de Periodismo de Boulder, Colorado, ha formado un comité para estudiar la “discontinuidad” de su prestigiosa escuela, lo que no tiene precedentes en la Universidad de Colorado. Estudiará “un nuevo programa académico interdisciplinario para información, comunicación y tecnología”.

Ya lo saben: los periodistas nos enfrentamos a la “discontinuidad”.

En este blog iremos ilustrándonos sobre ella. Prometo ser más breve en adelante.