El diario “El País” es un activo muy valioso, un medio de referencia esencial en todo el ámbito de la lengua española y la información On Line. Ha entrado en un vendaval de crisis muy peligroso y es un tema que a todos nos concierne, mucho más a los periodistas. Los talibanes ideológicos que se alegran de su caída no entienden el carácter estratégico de un medio global español. Todos deberíamos arrimar el hombro para apuntalar ese edificio singular. Y una buena forma de hacerlo es debatir sobre las verdaderas causas de su declive y su crisis, que van mucho más allá de unos errores de gestión o de imputar todas las culpas a un responsable, por alto que sea su ejercicio.
Pere Rusiñol tiene una parte de razón en su brillante columna sobre “El País y el capitalismo de casino” http://www.eldiario.es/zonacritica/pais-periodismo-crisis-cebrian-prisa_6_55704433.html, pero es sólo una parte de la historia, contada desde un cierto prisma ideológico.
Recomiendo la lectura de un libro que ya comenté hace tiempo. El libro se titula “The Deal From Hell: haw moguls and Wall Street plundered great American newspapers”. Su autor es el periodista norteamericano de investigación James O’Shea. Su tesis es que los periódicos están siendo arrasados no por la Red y sus derivadas, sino por ejecutivos del credo financiero, obsesionados por la cuenta de resultados a corto plazo, que usan la podadora de talento periodístico, que no invierten en los elementos que pueden configurar el futuro, preocupados en estandarizar la información con costes reducidos, arrogantes e incompetentes para explorar los nuevos territorios, sin ninguna vocación para servir verdaderamente los intereses del público. Ese fue el trato maldito entre los magnates de los medios y Wall Street.
En España también sabemos de este “Trato Infernal”. Pregunten, por ejemplo, en Vocento, en Unidad Editorial…o en Prisa.
Otro libro: “Les patrons de la press nationale, tous mouvais”, de un experiodista, Jean Stern. Ya sabemos que casi toda la prensa de influencia francesa está en manos de imperios industriales o financieros (los Dassault, los Arnault, los Pinault, etc.) y aquí terminará sucediendo algo parecido, es una tendencia global. La tesis de Stern es que estos magnates, además de tomar el control de medios de comunicación muy influyentes, realizan un hábil ejercicio de optimización fiscal: imputan las pérdidas de los medios a nivel de holding, reduciendo los impuestos que tendrían que pagar. Jugada redonda.
Luego están los errores y horrores periodísticos. Cebrian fue en excelente director, que llevó al diario a su cénit, convenientemente arropado por un editor excepcional, Jesús Polanco. Y es un consejero delegado y es un presidente que se ha olvidado que un día fue un buen periodista. Juan Luis se ha debido arrepentir muchas veces del Estatuto de Redacción que él promovió. Ya vimos en “Le Monde” que este tipo de instrumentos, pensados para promover la independencia del medio, se convierten en una rémora a la hora de implementar cambios de calado.
La dirección del actual director, el químico Moreno, es la más clara muestra de la incompetencia a la hora de la creatividad y la innovación. Solo una muestra: hay que no entender nada de nada para colocar las informaciones sobre la economía llamada digital en la subsección “Pantallas”, junto a la programación de TV.
Error periodístico de fondo: el diario se sigue haciendo igual que en la era analógica, como si la revolución digital no existiera. Son los mismo planteamientos de cuando tenían el monopolio de la información de prestigio, las mismas formas, los mismo vicios. Pero con peor realización, con mayor partidismo, con seguidismo ciego del bla-bla de los políticos, el sube y baja de la economía, sin explicar las cosas, contando la superficie informativa sin analizar las causas ni a los verdaderos actores. Otros lo han hecho, al menos en parte y innovan cada día: “Le Monde”, “The New York Times”, “The Guardian”…
Y la Web se sigue haciendo copiando el papel, lo que representa el pleistoceno del mundo digital.
Y sigue regalando la misma información que vende.
Y recordemos que www.elpais.com fue primero una Web abierta en la que se colgaban todos los contenidos del papel. Luego Cebrian decidió cerrarla, con muro de pago. A la vista del hundimiento de las visitas, la abrió de nuevo. Ahora planea de nuevo un muro de pago. Ya lo ha dicho hasta Pedro J. Ramirez: la carrera por lograr millones y millones de visitantes únicos ha sido una colosal tontería. No se rentabilizan. O mejor dicho, lo rentabiliza Google.
Y el periódico ha ido perdiendo calidad y su manoseada independencia. Cero en innovación. Y ha entrado en la carrera suicida de los titulares que incorporan opinión y partidismo, como ha hecho masivamente la competencia. Así que una misma noticia se titula al contrario según cuál sea la cabecera. Eso es un asesinato alevoso de la credibilidad. Precisamente porque lo hacen todos o casi todos.
Tiene razón el experto Gary Stein (http://www.media-tics.com/noticia/2481/Medios-de-Comunicación/próxima-revolución-periódicos.html) cuando destaca los enormes errores de la prensa, que ha permanecido sentada mientras la innovación avanzaba justo a su lado. “Los periódicos publicaban historias sobre el crecimiento de Internet cuando deberían haber estado inventando Craigslist, Wikipedia o Blogger”.
Cebrian ha reconocido que la facturación digital del periódico es menos del 5% de la su facturación total. En “Financial Times”, por ejemplo, sobrepasa el 50%. La mitad de sus 600.000 suscriptores son digitales y el 20% de su tráfico procede de redes sociales. Si en dos o tres años una publicación no alcanza ese 50% al menos, es un zombi.
¿Quién manda en “El País”? ¿Nicolas Berggruen? ¿Fernando Abril Martorell?
La sombra de “The Deal From Hell” es alargada. El poder financiero e industrial está dando el abrazo del oso al poder mediático. Un caldo de cultivo muy adecuado para la incompetencia.
No deberíamos permitirlo.