La politización de la prensa económica.

La principal prensa económica diaria en el mundo, que tiene una gran influencia política y en los mercados, está en dificultades, debido a la crisis económica y al cambio de modelo. En Francia, el segundo diario económico, “La Tribune”, está incurso en una figura parecida al concurso de acreedores. El primero y decano, “Les Echos” fue vendido por Pearson a un gran empresario galo. En Italia, solo “Il Sole 24 Ore” resiste bien amparado por su dueño la patronal Confindustria. En España, tras pasar “Gaceta de los Negocios” a diario generalista, “5 días “, el decano, está despidiendo gente y prácticamente en venta. “El Economista” resiste entre rumores de su paso a sólo en la Red. “Expansión”, el líder y el único que no está en difusión mixta, ha dado un giro hacia una mayor politización desde que pertenece a Unidad Editorial. La marcha de su director histórico, Jesús Martínez Vázquez, un profesional de probada valía, no debe ser del todo ajena a este giro. Pero la información económica es una materia delicada, poco maleable para las estrategias y el juego político-editorial.

Por supuesto, la gran prensa económica dominante, “Financial Times” y “Wall Street Journal”, esencialmente, tiene sus parámetros políticos, pero de una forma más sutil y práctica. Ambos defienden una visión anglosajona del mundo de los negocios y son muy nacionalistas tras su fachada de “objetiva” globalidad. Ambos llevan varias décadas zancadilleando la Unión Europea primero y al euro después, llevando el agua al molino de Wall Street y la City. Ninguno de los dos ha hecho la más mínima autocrítica por su no pequeña contribución al estallido de la crisis financiera, a escándalos como Enrom, Madoff, las hipotecas basura, etc.

La City se cabrea porque un “advenidizo” como Botín les dé lecciones de banca en el templo de las finanzas y les coma el terreno, o porque los Del Pino decidan sobre sus sagrados aeropuertos. Se regodean en dar pescozones a los PIGs por vía interpuesta color salmón, ponerles a los pies de los mercados y pontificar sobre las pajas en ojo ajeno, escamoteando cuidadosamente airear más de lo imprescindible sus colosales déficits y vigas carcomidas de perdida hegemonía. Y aquí, provincianos al fin, le damos patadas a Zapatero (que algunas se merece ampliamente) en el culo de todos nosotros, jaleando alborozados los males propios como si eso fuera gratis.

La politización oportunista de la prensa económica no parece el mejor camino para encarar la era digital.